26 de agosto de 2018

Julio Cortázar: 104 años


Un día como hoy, pero, de 1914 nacía en Bruselas uno de los mejores escritores argentinos de todos los tiempos. Siempre recuerdo mi primer encuentro con uno de sus cuentos en el marco de una tarea escolar, que no admitía segundas lecturas o interpretaciones divergentes. Lo contradictorio es que el cuento sí las habilitaba, es más, incentivaba el desconcierto constante y se regodeaba en esa duda y esa magia. Con mis intuitivos catorce años, me dí cuenta de que estaba frente a una forma de narrar nueva y desafiante. No se parecía a las historias complacientes y llenas de certezas que hasta ese momento eran para mí la literatura. Inexplicablemente, lo odié con todas la fuerzas de mi adolescencia y deseé que jamás se volviera a cruzar en mi camino. Luego, gracias a la profesora de Lengua, supe que Cortázar había fallecido en París hacía veinte años, un día de lluvia de 1984 (lo de la lluvia lo imaginé yo). En ese momento, comprendí que Cortázar (como todo gran escritor, ahora lo sé) había dotado a su palabra del poder de trascender, interpelar, conmover los tiempos, los espacios y los lectores. Ese primer cuento era "Lejana", pero, pudo haber sido cualquier otro:



Comparto con ustedes la preciosa lectura de Alejandro Apo, ese gran cuentacuentos, y la primera entrada del diario de Alina Reyes, tan cercana como lejana:

12 de enero
Anoche fue otra vez, yo tan cansada de pulseras y farándulas, de pink champagne y la cara de Renato Viñes, oh esa cara de foca balbuceante, de retrato de Dorian Gray a lo último. Me acosté con gusto a bombón de menta, al Boogie del Banco Rojo, a mamá bostezada y cenicienta (como queda ella a la vuelta de las fiestas, cenicienta y durmiéndose, pescado enormísimo y tan no ella.)
Nora que dice dormirse con luz, con bulla, entre las urgidas crónicas de su hermana a medio desvestir. Qué felices son, yo apago las luces y las manos, me desnudo a gritos de lo diurno y moviente, quiero dormir y soy una horrible campana resonando, una ola, la cadena que Rex arrastra toda la noche contra los ligustros. Now I lay me down to sleep… Tengo que repetir versos, o el sistema de buscar palabras con a, después con a y e, con las cinco vocales, con cuatro. Con dos y una consonante (ala, ola), con tres consonantes y una vocal (tras, gris) y otra vez versos, la luna bajó a la fragua con su polisón de nardos, el niño la mira mira, el niño la está mirando. Con tres y tres aslternadas, cábala, laguna, animal; Ulises, ráfaga, reposo.
Así paso horas: de cuatro, de tres y dos, y más tarde palindromas. Los fáciles, salta Lenin el Atlas; amigo, no gima; los más difíciles y hermosos, átate, demoniaco Caín o me delata; Anás usó tu auto Susana. O los preciosos anagramas: Salvador Dalí, Avida Dollars; Alina Reyes, es la reina y… Tan hermoso, éste, porque abre un camino, porque no concluye. Porque la reina y…
No, horrible. Horrible porque abre camino a esta que no es la reina, y que otra vez odio de noche. A esa que es Alina Reyes pero no la reina del anagrama; que será cualquier cosa, mendiga en Budapest, pupila de mala casa en Jujuy o sirvienta en Quetzaltenango, cualquier lado lejos y no reina. Pero sí Alina Reyes y por eso anoche fue otra vez, sentirla y el odio.

P/d: Nada como el cumpleaños de mi querido Cortázar, para superar el miedo a la página en blanco que experimenté estos meses. Espero retomar la escritura en el blog en los próximos días.

2 comentarios:

  1. Cortazar, uno de los grandes....En casa tengo varios libros sin abrir, sin aún escoger sus páginas y subrayarlas. Quizá nos encontremos en el futuro...Gracias por recordarlo tan bellamente. Un abrazo.

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    1. Hola, María. Lo bueno de este tipo de textos es que saben esperarnos... encantada de tenerte por acá. Un beso!

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