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Imagen de Mary Shelley |
Hace unos meses, me encontré en la librería con la llamativa portada de La mujer que escribió Frankenstein (2013), de Esther Cross, en cuya reseña se prometía volver "sobre los pasos de la escritora, iluminando las calles y los cementerios donde se sentaba a leer cuando era chica y se encontraba con su amante en la adolescencia, mientras el cirujano practicaba disecciones en el aula del hospital y el sueño de la razón producía monstruos". Con semejante presentación decidí probar suerte y comprar el libro. Debo reconocer que su lectura sobrepasó mis expectativas. No me encontré con una reconstrucción biográfica narrada de forma lineal. Esther Cross tiene claro que la vida y la obra de Mary Shelley son contemporáneas a un momento de revolución científica, técnica y cultural. Por eso, opta por un retrato de la autora que se construye de manera transversal al retrato de su época.